En el mundo en el que vivimos está en constante cambio y repleto de incertidumbre. Sin embargo, es habitual en la naturaleza humana que el cambio venga de la mano del miedo. Esto ocurre porque nos encanta la estabilidad y tener el control sobre lo que nos rodea, pero debemos saber que el cambio es inevitable y que afecta, entre muchos otros ámbitos de nuestra vida, a nuestra carrera profesional.
Pero ¿cuáles son esos miedos que nos surgen cuando vamos a cambiar de empleo? Identificamos en su mayoría los siguientes:
- Miedo a lo desconocido. Este posiblemente sea uno de los más frecuentes a pesar de estar viviendo la era digital donde el futuro del empleo es impredecible y donde nuestra adaptabilidad al entorno cambiante cada vez es más necesaria.
- Miedo a no ser suficientemente bueno. Ocurre sobre todo cuando nos ofrecen un trabajo en una posición superior o sobre el que no tenemos mucha experiencia y nos surgen dudas sobre nosotros mismos y nuestras capacidades.
- Miedo a enfrentarse a nuevos retos o a no encajar. Muchas veces nos acomodamos a nuestro puesto de trabajo actual, el cual ya dominamos a la perfección, siendo capaces de superar los pequeños obstáculos que puedan surgir dado que tenemos todo bajo control. Y cuando se nos presenta un cambio en nuestra vida profesional surge este miedo.
Para combatir todo esto debemos empezar por aceptar el miedo al cambio de empleo y comprender que es totalmente normal. Intenta identificar ese miedo y no dejes que te atrape, porque igual que viene puedes invitarle a que se vaya.
Para ello, debes pensar en positivo, pues seguramente el nuevo puesto de trabajo te permita aprender nuevos conocimientos, conocer gente y vivir nuevas experiencias que te enriquecerán como persona y como profesional.
De igual forma, tienes que confiar en ti mismo y no tratar de infravalorarte, es decir, debes trabajar tu autoestima. Intenta tener una autoimagen mucho más realista porque cuando se acerca el miedo inevitablemente te olvidas de esto. Pero recuerda: eres mucho más capaz de lo que piensas y, en el peor de los casos, siempre puedes aprender.
Otro aspecto muy importante es compartir tus preocupaciones. No importa con quién, incluso lo puedes hacer contigo mismo. Transmitir y explicar tus miedos, así como tus dudas e inquietudes puede servirte como medio de descarga y, en consecuencia, como medio para llegar a la calma.
Sal y diviértete. Cuando termines tu jornada laboral en tu nuevo empleo intenta desconectar del trabajo por unas horas. Distraerte es una buena forma de evitar pensar demasiado en aquello que te preocupa. Puedes realizar actividades placenteras (sal a tomar un café, a dar un paseo o a hacer deporte, …) que te ayudarán a sentirte mejor.
En definitiva, el miedo que produce un cambio tan importante como el empleo es inevitable, pero se puede aprender a manejar ese miedo lo máximo posible, siendo consciente de lo que sentimos y tratando de manejar nuestros pensamientos y emociones.
Al fin y al cabo, las nuevas oportunidades laborales siempre están ahí, esperándote, pero eres tú quien tiene el poder de decisión de querer arriesgarte e ir a por aquello que pueda hacerte más feliz. Eso sólo depende de ti.