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Es innegable que la incorporación masiva de la mujer al mercado de trabajo a partir de los años 70, supuso un gran avance en la lucha por los derechos de la mujer. Pero, a pesar de ello, la desigualdad entre hombres y mujeres en el mundo laboral era más que evidente, ya que cobraban menos y no tenían los mismos derechos laborales.
Hoy, casi cinco décadas más tarde, a pesar de los grandes avances en materia de igualdad, nos seguimos encontrando retos a los que las empresas deben hacer frente. Entre ellos acabar con el denominado “techo de cristal” en el liderazgo de las mujeres.
Por ejemplo, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE): “En el año 2020, el porcentaje de mujeres en el conjunto de Consejos de Administración de las empresas que forman parte del Ibex-35 ha sido del 27,7%, porcentaje 3 puntos superior al del año anterior y que ha hecho un largo recorrido desde los 11,2% de 2012, pero que, sin dudad, es todavía insuficiente”.
A pesar de que “techo de cristal” parece un término actual, fue mencionado por primera vez en el año 1978 por la consultora laboral Marilyn Loden, y años más tarde, en 1986, se volvió a utilizar en un informe sobre el liderazgo de las mujeres llamado “The Glass Ceiling- Special Report on the Corporate Woman”.
Pero, ¿a qué se refiere exactamente el término “techo de cristal?
El término techo de cristal hace referencia a aquella barrera invisible, formada por normas no escritas, que impide o dificulta que mujeres cualificadas alcancen altos cargos dentro de una empresa u organización. Es decir, “techo” porque impide que las mujeres asciendan, y de “cristal” por su carácter de invisibilidad.
Al ser “invisible” es difícil de detectar, pero causa un gran estancamiento laboral y personal para muchas mujeres.
Así, muchas mujeres se ven frustradas cuándo se ven cualificadas para desempeñar un puesto en un alto cargo, pero no logran alcanzarlo. Esto puede hacer que sientan que la barrera para desarrollarse laboralmente es de carácter personal, es decir, pueden pensar que no están lo suficientemente preparadas o no cuentan con el talento necesario para desempeñar un puesto ejecutivo, creando falta de autoconfianza o desmotivación.
Más que una barrera personal, el techo de cristal es una construcción social, formado por las desigualdades que han venido sufriendo las mujeres muchas décadas atrás, y es uno de los grandes retos a los que la sociedad debe hacer frente. Entre las causas que ocasionan que exista techo de cristal en la actualidad encontramos:
- El rol del cuidado de los hijos y del hogar. Una de las causas por las que hay menos representación de las mujeres en los altos cargos, es por la creencia de que tendrán menos tiempo de dedicación a la empresa debido a sus cargas familiares.
- Prejuicios formados a lo largo de la historia que ponen en duda la capacitación de las mujeres para desarrollar ciertos puestos.
- Falta de políticas empresariales de promoción que apuesten por la igualdad.
- Cultura empresarial masculinizada que hace que las mujeres tengan una red de contactos más escasa.
La existencia del techo de cristal trae consecuencias muy negativas para las mujeres, que ven mermada la posibilidad de crecer profesionalmente. Pero también para las empresas y organizaciones, porque supone una gran pérdida del talento del que disponen muchas mujeres, y, por tanto, perdida de ventaja competitiva.
Y, ¿qué se puede hacer para poner solución a esta situación?
Acabar con el techo de cristal no es algo que dependa únicamente de las mujeres. Es un problema social y, por tanto, se necesita de toda la sociedad para ponerle solución.
En primer lugar, es necesario crear conciencia social, y para ello es fundamental darle visibilidad al problema, ofreciendo datos reales que demuestren la desigualdad laboral que existe entre hombres y mujeres. En este punto la educación juega un papel imprescindible, ya que es un potente instrumento para acabar con los roles de género, y a su vez, con la división sexual del trabajo.
En segundo lugar, se deben rediseñar las políticas empresariales de manera que sea más integradoras y equitativas, y faciliten la incorporación de las mujeres a puestos de alto cargo.
A pesar de que existen leyes que respaldan la igualdad de género en el mundo laboral, las empresas pueden llevar a cabo medidas para hacer frente a esas “normas no escritas” que componen el techo de cristal. Por ejemplo, otorgando las mismas medidas de conciliación laboral y familiar para hombres y mujeres, o creando planes de promoción que garanticen igualdad de oportunidades sin tener en cuenta el género.
En definitiva, el techo de cristal implica que exista una menor presencia de las mujeres en los altos cargos empresariales, las cuáles encuentran grandes dificultades para desarrollarse tanto profesional como personalmente, debido estereotipos y prejuicios construidos socialmente a lo largo de la historia.
Por ello, es urgente que la sociedad en general, como las empresas en particular, lleven a cabo acciones que rompan este techo de cristal, y así poder decir que la desigualdad laboral entre hombres y mujeres forma parte del pasado.